jueves, 28 de febrero de 2013

Amsterdam IV - Agua

A veces, si miro al agua o al vacío, un instinto primitivo me aprieta las sienes. Es algo sobrehumano y poderoso, como el deseo de arder al mirar el fuego, como la sumisión obscena de una noche de sexo animal y milagroso. Nada tiene de respetable, ni de honrado, ni tampoco de prudente o sensato. Es más bien una tortura dulce. Un segundo de vértigo exquisito.