domingo, 18 de abril de 2010

Ceniza

Creo que a los dos nos daba miedo quemarnos, estrecharnos demasiado fuerte o terminar por querer quedarnos así para siempre: follándonos despacio, como amenazados por sádicas ventiscas.

Aquella noche llovía y las calles, como selvas lejanas, respiraban vapor y ceniza.

2 comentarios:

Aída dijo...

echo de menos esto. hoy me he dado cuenta de todo lo que has escrito y me ha recordado a que no tengo tiempo de escribir ni cuanod voy en el tren :(


al menos disfruto con tus delicadas historias. hay poca gente que sabe decir puta o follar sin que rechine, sin que quede ordinario. no te creas, no esfácil. pero a ti te da igual porque ya lo has conseguido

breve pero intenso y las imágenes... mencanta

Tropiezos y trapecios dijo...

Al final los miedos son los que mandan...

Creo que yo también he vivido algo parecido y al final la ceniza que nosotros mismos provocamos acabó marchándose nevitablemente con el viento.

Un saludo.