domingo, 14 de octubre de 2012

Amsterdam I

A menudo la ciudad desconocida te recibe con una lluvia fina y fría y con gente que sonríe sin razón aparente. Cuando llegas, especialmente si es de noche, se te instala una presión gélida en la nuca que te obliga a caminar despacio. A veces te parece reconocer algunos rostros: amigos, antiguos amantes o profesores de la escuela. Hay hombres que fuman en sus puestos de flores y mujeres engalanadas que compran manzanas. La gente avanza, aparta las hojas, se abotona con esmero el abrigo. Las noches son más cortas y los sueños son casi siempre pesadillas. Ojalá la soledad fuese tan dulce como las primeras horas en la ciudad desconocida. 

2 comentarios:

Miguel Paz dijo...

Me quito el sombrero, para dejar aparecer una cabeza con entradas de un tipo a quien le hubiese gustado escribir así.

manu dijo...

buah, he llegado a tu blog por una foto de la tormenta de nieve de amsterdam en twitter, me he emocionado leyendo esta entrada, saludos de otro amsterdamer :)