sábado, 24 de mayo de 2008

Una flecha de punta dorada


Una flecha de punta dorada, más gruesa en la parte trasera, había atravesado su cuello. Los voluntarios y arqueros de la vanguardia, mal equipados pero ligeros, simulaban una retirada inicial para contraatacar de nuevo. Ella, que llegaba desde Toledo disfrazada de soldado, combatía en primera línea junto a la infantería ligera.

Su padre un plebeyo leonés, viudo tras el parto, zapatero y dentista, no le había dirigido en veinte años más que algún sonido mal hecho. Ella, ingenua analfabeta educada en los valores de Alfonso IX, tenía un fuego interior, eso que Torquemada llamaría brujería, y que sabía no podría reprimir si no era fugándose de casa. Escuchó por el pueblo una mañana, siguiendo sigilosa al pregonero, que Alfonso VIII de Castilla, estaba abanderando eufórico y dispuesto, una batalla en Jaén en contra de los reinos taifas. Galopó rauda rumbo Toledo, ni corta ni perezosa, en busca de las aventuras soñadas, que nunca iba a tener en casa. La armadura de un soldado, muerto en una cuneta sirvió para colocarse el casco y taparse la melenaca, negra y lisa, más larga de la cintura. Pero no había empezado el choque, antes del primer atisbo de ataque almohade, cuando un pinchazo en su vientre, un dolor horrible y seco, desgarrador e insoportable, venció su cuerpo hacia adelante, rebotando el casco en el la tierra, y dejando al descubierto, su melena negra y lisa, más larga de la cintura. Entonces una fecha de punta dorada, más gruesa en la parte trasera, atravesó fugazmente su cuello. ¡Una mujer! Escuchaba las voces, ¡Una mujer en la batalla! ¡Inadmisible! ¡Una mujer! ¡Una mujer en la batalla!

La habrían matado los mismos que impulsaron la reconquista y que murieron diez años más tarde por una temida hambruna. Era julio, 16, de 1212.

2 comentarios:

Nahuel y Otras dijo...

Las flechas hacen daño cuando no encienden pebeteros. Hay que tener cuidado con las flechas.

Rana de ingle amarilla dijo...

Al leerlo me ha recordado a la "Historia del rey transparente", de Rosa Montera(o).
El único vestuario de la chica durante el libro es una armadura de un soldado muerto, y también se tapa la melena con un casco.Va en busca de batallas por Francia por si de paso encuentra a su novio (igual que yo el año que viene). Molaba bastante hasta que entró en juego la fantasía.
Igual lo retomo.