- Perdone, ¿Busca algo?
- Si.
- ¿Qué busca? ¿le ayudo?
- El futuro.
- ¿El futuro?
- Si, mi futuro.
- Perdone que me entrometa… pero puede que no lo encuentre.
- ¿Por qué? ¿Lo ha visto usted en otra parte? ¡no lo habrá escondido!
- Yo…no…pero, verá…
- Sé que está por aquí.
- ¿Por aquí? Pero señor…
- Si no va usted a echar una mano lárguese, ya tengo bastante con aguantarme a mi mismo. Llevo buscando años, ¡años! Dónde estará el dichoso…
- Perdone yo sólo… usted no se da cuenta de que el futuro...
- ¿Qué? necesito encontrarlo, me voy a volver loco.
- Oiga, ¿me quiere escuchar un momento? Entre en sí, haga el favor de razonar.
- Razonar, razonar, no sabemos más que razonar. Si no encuentro mi futuro estaré perdido, mira que he revuelto ya todas las cosas, puede que esté por aquí… no. Ni por aquí. Dios mío, ¿qué voy a hacer?
- Señor, escúcheme
- ¡Cállese! Está usted resultando muy inoportuno, estoy buscando mi futuro, es mío, ¿Puede dejarme?
- Señor, escúcheme…
- Es mío, tengo derecho a saber donde está, y lo busco y lo busco, llevo años buscando, tengo que encontrarlo.
- Está usted perdiendo el tiempo, ¡escúcheme!
- ¡No! ¡tengo que encontrarlo!
- ¡Escúcheme!
- ¡No! Está usted consiguiendo cansarme, va ha hacer que me vaya y tire todo por la borda… ¿dónde estará? ¿Dónde puede estar?
- ¡Deje de buscar!
- ¡Cállese!
- Oiga, señor, présteme atención un segundo…
- ¡No!, me voy, me está usted atormentando.
- No, ¡no se valla!
- Me voy, ha conseguido usted acabar con mi paciencia, me voy…
- ¡No se vaya! ¡no se puede ir! ¡escuche!
- Déjeme, me rindo, me voy…
- ¡No se vaya! ¡escuche!¡Usted es su futuro! ¿Me oye? ¡Oiga! ¡Vuelva! ¿Me escucha? Usted es su futuro. ¡Oiga! ¡Vuelva! Señor, usted, era…