¨Mejor confiar en un payaso ateo, que te despierta temprano para que llegues puntual a misa, y que, cuando es necesario, nunca te escatima un taxi para ir a la iglesia. Mi jersey azul no tienes que lavarlo.¨
Más allá de donde aún se esconde la vida, queda un reino, queda cultivar como un rey su agonía, hacer florecer como un reino la sucia flor de la agonía: yo que todo lo prostituí, aún puedo prostituir mi muerte y hacer de mi cadáver el último poema.