Tampoco es para tanto -entonces estaba fumando, apoyada en el alfeizar-, fíjate en esa señora con los brazos desnudos, o en aquel niño, el del carrito, con la boca abierta - suave, tibia- y la gorra de lado, ya sólo se habla del calor y el frío o a veces de dónde hemos comido el domingo, te levantas, con la voz estropajosa y un frío de bodega inunda el baño y la taza del water te hace escarcha en el culo y te vistes y te peinas de mujer inteligente y sales y entras y aprietas el tubo del dentífrico y sales y entras, devoras con avidez cuatro galletas, te tumbas , el desagüe huele ácido, esta noche el cielo no vale gran cosa, la tele, una casualidad sin importancia, el dentífrico, la luz, un vaso con restos de cerveza.