domingo, 30 de diciembre de 2012

Bicicleta

Ese año me compré un abrigo verde y también una bicicleta. La última noche en aquel país soñé con un cíclope y con una playa congelada, donde me sentaba durante horas hasta que me llevaban las olas calientes. Aquella noche no dormí en casa y cuando abrí los ojos pensé que estaba bien estar allí, agarrada a la almohada. Llovía y algunas gotas se colaban por la ventana, creo que era invierno o puede que otoño, pero fuera hacia tanto frío que estar allí parecía el paraíso. Pensaba en las horas tristes, en las lágrimas ardiendo en la parada del tranvía. Pero también en el sol, en sus rayos templados, en la primera vez que sonreíste o que me hiciste el amor en el garaje. Ese año fui tan feliz como triste, viajé en algunos buses y trenes y pasé demasiadas noches sola. Ese año acabó con mañanas heladas, con algún chaparrón y con tu mano bajando por mi espalda desnuda. El ser humano es curioso, casi nada es tan inútil como perder la esperanza.