A los hijos hay que darles abrazos para que no se conviertan en mostruos, ni enciendan cajeros. A los hijos, desde pequeños, hay que quererlos sin miedo, jugar a las construcciones y regalarles unos patines. Hay que enseñarles las cosas bonitas, alejarlos de la codicia y la envidia, de los edificios grises, de las ganas de nada. Hay que quererlos para que no crezcan del todo, para que tengan sueños y no vivan nunca en silencio, para que rían a carcajadas, escapen al resentimiento, para que disfruten del miedo al futuro y de los placeres estúpidos. A los hijos hay que darles abrazos, para que sean libres.
3 comentarios:
De todos os teus textos este é o que gosto mais. Muito bom e acompanhado por uma excelente música.
Es muy bonito, Sara: guárdalo para tus pequeños
y hay que frustrarlos un poco cada día, poniéndoles pequeños retos, difíciles pero que puedan conseguir, para aumentar su resistencia a los envites de esta sociedad y tengan una moderada tolerancia a la frustración... y abrazos y besos, de esos muchos.
Publicar un comentario