La calle más estrecha, la de la izquierda, de allí salió el otro día la puta con tacones rosas, la que le lloraba las penas al de las postales. Esta luz te deja ciego y luego están los japoneses, y sus flashes, y sus novias de pelo deslumbrante, esta es la ciudad del sudor dulce, de las paredes naranjas, la del violín allegromanontroppo, donde todos anheláis brindar con vino, callejear (qué verbo horrible) y hacer el amor a mediodía. No, esto no es una ciudad es un enredo, una mentira apetecible, una emboscada, una domenica mattina deshaciéndose en llamas. Si no venís ahora se hará tarde, nada volverá a ser como mañana.
2 comentarios:
Qué bueno!
Hum...todo lo que escribes tiene un aroma especial...me alegra volver a verte por aquí
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