miércoles, 25 de mayo de 2011

Espumosa

Pensé que si volvía acabaría dejándome morir tirada en la acera, observando cómo la luz, violenta, proyectaba una línea recta en la calzada. Pero llegó una mano -con los dedos de acero- y se ofreció a llevarme hasta una realidad más grande y espumosa donde estaba prohibido hablar de los problemas y sólo era necesario dar un paso por día. Yo me quedé en el suelo. Desangrarse era una actividad más productiva.

1 comentario:

Marie dijo...

Hay color en tus letras. Me gusta.