Si te digo que me resulta difícil, a veces, respirar, no me creerás porque es una de esas cosas que sólo dicen los tontos y también los desesperados. Pero hay noches, cuando hace calor y aún es invierno, en las que las paredes se acercan, llenas de odio, y te recuerdan todas las cosas que quisiste ser y aún no has sido. Y entonces llega la angustia, y la cabeza da vueltas, y te imaginas en todas las playas en las que jamás te tumbarás de madrugada o a las personas que nunca despedirás en unas vías, manteniendo la mirada, mientras se aleja el tren.
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