Confundirse es relativo. Tanto como el gusto en jardinería o las coincidencias. Con el calor de la tarde-noche las casas parecen más profundas y qué rabia las farolas apagadas, y más las encendidas, como recortes pegados al cielo estridentemente azul. Si llenarnos de desprecio nos convierte en seres superiores, prefiero, todos los días que me quedan, merendar queso y pan con los mortales.
1 comentario:
Creo que me hacen más daño las farolas encendidas. Pequeños puntos de luz que no nos ayudan a ver las estrellas.
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